El escritor como personaje

Hay escritores que se convierten en personajes. Está el personaje celebridad. Está el escritor gestionado como si fuera una marca. Existe también el empleado de la pluma, el vendedor de novelas y el mercenario editorial.


Retrato a lápiz de Ernest Hemingway. Dibujo de Rodrigo L. Alonso

Hay escritores que fueron y son personajes en sí mismos, casi leyendas y prototipos, como el caso de Ernest Hemingway

Otros buscan serlo y fabrican sus personajes, pero —en ocasiones— se convierten en caricaturas de sí mismos, como Francisco Umbral (“Oiga, que yo he venido a hablar de mi libro”).

El caso de Vila Matas

A Enrique Vila-Matas le fascinaba desde muy joven la vida idealizada del escritor, del París de los Cafés, las librerías, las editoriales y los intelectuales que formaban parte de su paisaje. 

Quería que así fuera su vida; y así lo ha contado en repetidas ocasiones, como en su Dietario Voluble. Incluso ha convertido a los escritores en habitantes de sus libros, como en París no se acaba nunca, relato autobiográfico donde conviven lo real y lo ficticio.

Como a otros muchos escritores, a Enrique Vila-Matas le suele parecer más interesante la literatura que la vida. A otros les gusta también la vida, posiblemente, porque se parece bastante a una buena novela. O porque, la vida —a fin de cuentas— o la vives o la escribes. No da para mucho más.

Y es que el escritor es alguien que tiene la posibilidad de convertirse en otro, “se desdobla en un ser extranjero de sí mismo, con un lenguaje que ha de traducirse”. Sobre este punto, Hemingway —a quien Vila-Matas emulaba siguiendo las pautas vitales recogidas en París era una fiesta— dejó escrito:

— Cuando empiezas a escribir en primera persona, si las historias resultan tan reales que la gente se las cree, los lectores pensarán casi siempre que esas historias te sucedieron de verdad. Y es natural, porque al inventarlas hiciste que le sucedieran a la persona que las contaba. Si lo logras, consigues que el lector crea que estos hechos le sucedieron también a él.

Retrato del escritor Enrique Vila-Matas. Dibujo de Rodrigo L. Alonso

El escritor vocacional

Está también la existencia competitiva, a prueba permanente, del autor con los otros escritores y consigo mismo. Comenzar es muy fácil. Pero lo malo viene después, cuando hay que seguir dando la talla. Al principio, uno comienza, llega, busca la protección de un grupo generacional y se come el mundo. Lo más difícil es mantenerse, y ya no digamos acabar. La primera frase y la última, la clave del destino de un manuscrito.

El escritor vocacional es otro personaje en sí mismo, dentro de este universo. Sus rasgos: la tenacidad, la obstinación, la ambición… y esa necesidad permanente de quemar las naves. Se ve en la tesitura de seguir y hacer suyos los consejos de Charles Bukowski:

— Si vas a intentarlo que sea a fondo. Si no, mejor que ni empieces. Puede que pierdas familia, mujer, amistad, trabajo y hasta la cabeza. Puede que no comas en días, puede que te congeles en un banco de la calle. No importa. Es una prueba de resistencia para saber que puedes hacerlo. Y lo harás. A pesar del rechazo y la incertidumbre será mejor que cualquier otra cosa que hayas imaginado.


Retrato del escritor Samuel Beckett, Ilustración de Rodrigo L. Alonso.

Tal vez esa épica no sea siempre tan intensa. A Samuel Beckett le preguntaron una vez en aquel París habitado por Vila-Matas, por qué escribía. Y el irlandés contestó de la forma más sencilla y contundente:

— No sé hacer otra cosa.

LO MAS VISITADO

Ba Duan Jin: La tabla básica de Chi Kung

Infografía para entender el Arte del siglo XX

Jazz: La música del siglo XX

Cómo surgen las tendencias y las modas

La esencia del estilo Chanel

Infografía sobre la abeja de la miel

La tipografía en los periódicos digitales

Las rutas del Blues

Modelos de gráficos informativos

Jose Afonso, la voz de Abril

TU COMENTARIO

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

SOBRE DISEÑO GRÁFICO:

SOBRE DISEÑO GRÁFICO:
Blog: estudio-gráfico