Pablo Milanés: del amor y la revolución


La Nueva Trova Cubana, representada básicamente por Silvio Rodriguez y Pablo Milanés, ejerció una gran influencia entre los cantautores españoles durante varias décadas. Convirtieron la temática del amor en sus canciones en un acto revolucionario, y de paso, en superventas.


Pablo Milanés actuando en directo. Imagen: Rodrigo L. Alonso

Aunque, en un principio se les situara entre los cantautores políticos, lo cierto es que su calidad, en cuanto a melodías, textos, además de sus refinados arreglos musicales, era bastante superior a la media de los cantautores con los que se les emparentaba en la década de los setenta.

Tuve ocasión de conversar con Pablo Milanés en los días en que una canción suya que decía “Yo no te pido / que me bajes una estrella azul / Solo te pido /que mi espacio llenes con tu luz…" comenzaba a arrasar incluso en Los 40 Principales.

Este representante de la Nueva Trova Cubana, que casi siempre habla en plural y en un tono asambleario, mostraba su preocupación por ver desvirtuada su imagen y su larga trayectoria de trabajo por ese éxito tan masivo e inesperado.

Más que canciones de amor  

Para Pablo Milanés, una canción de amor (compuesta por él) es un acto revolucionario porque contar de forma sencilla lo que le pueda suceder a una pareja, puede resultar más progresista que cualquier panfleto.

Tampoco parecía gustarle demasiado que se estableciera esa diferencia entre canciones de amor y canciones políticas o revolucionarias:

“Yo no clasifico así las canciones. Yo las clasifico sencillamente como canciones, sin más. Nuestro movimiento lo llamamos precisamente Nueva Trova, para no encasillarlo ni en canción política ni en canción amorosa. La Trova es un movimiento que data del siglo XIX en Cuba; nosotros hemos tratado de recuperarla, incorporando textos sobre todo lo que está pasando en Cuba, con una visión actual que corresponde a nuestra época”.

Resultaba inevitable establecer el vínculo posible entre el amor y la vida de un revolucionario, en este contexto de una Nueva Trova convertida también en “embajadora” musical de la Cuba socialista. Y Pablo Milanés aportaba su retórica más comprometida con la Revolución:

“El amor es un estadio que se da en cada ser humano, y un ser humano, por revolucionario que sea, no puede renunciar al amor. Específicamente desde el punto de vista de la creación, y hablando de un creador revolucionario, si no hace una canción amorosa revolucionaria, sin incluirle un texto de carácter político, sino simplemente revolucionario desde el punto de vista formal y de estructura, si no lo hace, no es un revolucionario total.”

“Si de alguna manera no se revoluciona lo que es la canción amorosa actual, pues tampoco se es consecuente con su labor política, universal, que en definitiva le corresponde a cada ser humano.”

Pero también se defendía de esa idea tan extendida de ser una temática demasiado manida:

“Independientemente de la calidad que se considere que puedan tener las canciones amorosas, no trato siempre de reflejar un aspecto de la canción amorosa, sino más bien reflejar lo que le puede suceder a una pareja humana, no irme mucho más allá ni hacer abstracción de lo que puedan ser las relaciones humanas, las contradicciones, las felicidades, los triunfos, los fracasos de la pareja humana. Eso es lo que yo trato de reflejar en las canciones: salir un poco del marco de la canción amorosa, que como tú sabes, en su gran mayoría, no dicen nada.”


Defender la calidad musical

Tanto Pablo Milanés como Silvio Rodríguez insistían mucho en aquellos días de éxito discográfico en destacar el trabajo musical que realizaban y manifestaban el temor de ser encasillados o vistos como “cantantes comerciales”:

“Desde el punto de vista musical, tratamos de hacer unos arreglos que corresponden al mundo sonoro que se escucha actualmente en el mundo y en Cuba, pero no tratamos de encasillarlo en ningún género, o sea, que lo mismo puede ser una canción política que una canción amorosa. No tenemos preferencia por ninguna. Más bien trabajamos en función de la calidad, en base al desarrollo de nuestro folklore, de nuestra cotidianidad incorporada a las canciones a partir de los textos.”

El éxito masivo de canciones como “Yo no te pido”, que Pablo Milanés no la considera entre las mejores que ha compuesto, le induce a reflexionar sobre este aspecto de la industria discográfica y de los públicos diferentes a los que se llega:

“Hay canciones que yo considero de más calidad en mis discos, pero bueno, por los parámetros que se mueven en esa canción, desde el punto de vista armónico, melódico o lo misma sencillez de la letra, asequible a toda clase de público, entiendo que es la razón por la que se lanzó esta canción.”

E insistía en defenderse ante esa hipotética acusación de comercialización, de una popularización excesiva:

“Esto es una lucha de uno. Y tenemos claro que es un problema nuestro el cuidar nuestra imagen, que no se desvirtúe y no se acabe pensando que, de alguna manera, ese es el único trabajo que nosotros realizamos”.


Una larga experiencia

Pablo Milanés —me contaba— se inició cantando profesionalmente en el año 1959, como componente de un grupo considerado entonces como “negro espiritual”, que tuvo la oportunidad de introducirse en cabarets, en la radio e incluso en la televisión.

En 1963 comenzó a componer “sus cosas”, con otra óptica, buscando un nuevo lenguaje y un estilo propio, que tratara de romper con la etapa anterior y “sin una proyección definitiva todavía.”

Se dio cuenta de que no había un movimiento joven que representara lo que en aquellos momentos estaba sucediendo en Cuba. Y fue en 1967 cuando coincidieron Pablo Milanés y Silvio Rodríguez y, aunque sin un criterio muy definido sobre lo que debían de hacer, se lanzaron y comenzaron a actuar y a darse a conocer.

Fue en 1969 cuando se creó el llamado Grupo de Experimentación Sonora, en el Instituto del Cine, bajo la dirección de Leo Bravo. Esta sería la base y el embrión de lo que posteriormente, ya en 1972, se presentaría oficialmente la Nueva Trova Cubana.

En España pasaron de actuar en universidades, colegios mayores y teatros para un público estudiantil y concienciado, es decir, para la “élite cultural” a conciertos multitudinarios: “queríamos que nos oyera en definitiva la masa, inclusive la masa que oye mala música”.

Aunque Milanés se apresuraba a aclarar, también en nombre de su compañero Silvio Rodríguez: “pero no solamente que escuchen nuestras canciones de amor, sino que vean todo el trabajo que realizamos”.


Nueva Trova Cubana, Silvio Rodriguez. Diseño de Rodrigo L. Alonso



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