Cine en la carretera

Un recorrido por algunas películas donde el viaje y la carretera son protagonistas, las road movies, que nos han hecho conducir durante estas largas semanas en casa.

El coche lleva meses parado, con la maleta preparada y el depósito lleno. No estoy seguro de que arranque aunque está deseando salir a la carretera cualquier mañana soleada y con buena música para acompañar la ruta.

Entre tanto no paran de sucederse en mi cabeza imágenes ya vividas en la pantalla y grabadas en mi memoria: son las películas de carretera. Todo un género con títulos que resumen un deseo continuo durante este prolongado confinamiento; salir a la carretera de nuevo.

En el camino

Primero fue simplemente En el Camino, la novela escrita por Jack Kerouak en 1957, baluarte de la Generación Beat. Aquellas páginas elevaron a la categoría de mito el viaje en sí mismo, siempre por libre, a veces sin rumbo y casi siempre dejando algo atrás.

Irse y abandonar la casa y el pasado, a veces un pasado todavía breve; lo reflejó un joven Bob Dylan, con sus versos afilados y sarcásticos:

Bien, me despierto de mañana.
Hay ranas en mis sandalias.
Tu madre está escondida
en la nevera.
Entra tu padre disfrazado
con una máscara de Napoleón Bonaparte.
Entonces me preguntas, por qué no vivo aquí.
Cariño, ¿es necesaria esa pregunta?

(On the road again)

Esos senderos del Oeste, esas rutas a través de los Estados Unidos han quedado reflejados en películas que han convertido la carretera en protagonista absoluta. Como Easy Ryders (1968), un viaje en moto que no acaba bien, como tampoco acabaría bien Thelma y Louise (1991).

 Sin embargo para los adolescentes españoles de finales de los años setenta (que es cuando se pudo ver aquí la película de Denis Hooper) lo importante era ver a aquellos dos tipos con las melenas al viento a lomos de sus respectivas Harley Davidson, mientras sonaba con todo su poderío Nacido para ser salvaje, del grupo Stepenwolf.

Después vendrían otras muestras de road movies, convertidas en cine de culto como Carretera asfaltada de dos direcciones (Two Lane Blacktop), dirigida por Monte Helman en 1972 y protagonizada por el cantante James Taylor.

 Ya en los ochenta Jim Jarmush se estrenaría con Strangers than paradise (1984), cine independiente neoyorquino en blanco y negro con un espíritu new wave, nouvelle vague o nueva ola, según cómo y desde dónde se mire.

La escapada

Mucho más cercana a nosotros que las road movies americanas es La Escapada (Il Sorpasso, 1962), película italiana dirigida por Dino Risi y con los diálogos de Ettore Scola. Un viaje desde Roma hasta la playa, huyendo del ferragosto en un descapotable.

Los protagonistas son Bruno, interpretado por Vitorio Gassman, vividor y desinhibido, y Roberto, interpretado por Jean-Louis Tritignant, buen estudiante, pusilánime e inseguro. Conduciendo el Lancia Aurelia Sport de Bruno realizan un viaje con retorno por paisajes y paisanajes al ritmo de twist con las canciones de Pepino di Capri.

Una comedia existencialista en la que al regresar, como en tantos otros viajes, ninguno volverá a ser el mismo de antes.

Dos en la carretera

El viaje en automóvil a través de una geografía ya conocida, repetida voluntariamente supone su desmitificación. Es el caso de Dos en la carretera (Two for the Road, 1967), película de Stanley Donen y protagonizada por Audrie Hepburn y Albert Finney.

Va mostrando la evolución vital de una pareja que viaja todos los veranos por la campiña francesa, donde se conocieron como jóvenes autoestopistas, estudiantes sin oficio ni beneficio, hasta que se convierten en maduros, acomodados, triunfadores, glamurosos y aburridos sentados en su descapotable. ¿Qué clase de personas son las que no tienen nada que decirse?, pregunta la protagonista a su pareja, y ella misma responde a su pregunta: los matrimonios.

Es la ruta como metáfora. En el caso de Dos en la carretera, se trata del paso del tiempo y esa reiteración del camino: lo acomodaticio que conduce irremediablemente a la rutina. Sin embargo, la maestría de los flashbacks organizados por Stanley Donen y algunas otras cualidades convierten a esta película en una referencia de revisión periódica obligada desde que la vi por primera vez en el cineforum del colegio y quedé fascinado por su modernidad pop.

Carreteras secundarias

Es un título sugerente para la idealización de un viaje sin rumbo, a la deriva. Una historia que ha sido llevada al cine más de una vez. Pero después de haber leído la novela escrita por Ignacio Martínez de Pisón, no es fácil superar con una producción cinematográfica las imágenes que se ha construido el lector con ese texto. Aunque, en realidad, esta es una cuestión recurrente en numerosas ocasiones: ¿la novela o la película?

Carreteras secundarias es la historia de un padre y su hijo adolescente a bordo de un Citroen Tiburón. La inusual ruta transcurre por una zona de costa fuera de temporada, al margen de autopistas, desolada por las ausencias, en un permanente juego del escondite; cumpliendo las etapas de un viaje que también puede ser desiniciático, pero viaje al fin y al cabo.

Un último deseo, postergado durante décadas es el que se cuenta en  El viaje de sus Vidas, una película reciente, de 2018, dirigida por el italiano Paolo Virzi. 

Una pareja de abuelos controlados a distancia por sus hijos, deciden subir a su vieja furgoneta para iniciar una última aventura por la Costa Este de Estados Unidos hasta llegar a Florida para visitar la que fuera casa de Ernest Hemingway, lugar idealizado por el anciano profesor de literatura, protagonizado por Donald Sutherland. 

Un periplo terminal para degustar sin límite instantes de vida y libertad.

El viaje y el cine ya no lo protagonizan en exclusiva los jóvenes.

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