Gregory Porter, vuelve la voz al jazz


Jazz vocal que busca llegar a públicos más amplios y recoge atributos del funk, del blues o del gospel. Los crooners siempre regresan.

Gregory Porter dibujado por Rodrigo L. Alonso

Es una figura atípica, diferente, excéntrica en el santoral de los crooners que en el mundo del jazz vocal han sido. Se llama Gregory Porter y ya lleva una década en el Olimpo de los Grammy, los festivales y las buenas críticas.

Al escuchar esa potente voz de barítono te llegan aromas de soul, de gospel o de blues. También se percibe envolvente gracias a una instrumentación siempre exquisita que le acompaña y subraya sus cualidades vocales. Y pronto te olvidas de etiquetas y prejuicios.

Podría pensarse que es un crooner con una misión encomendada: hacer del jazz un género accesible, un sonido agradable para un mercado de masas, como lo fue en otros tiempos en los que formaba parte de las músicas populares. ¿Pero dónde están los límites? ¿Cuales son las líneas rojas marcadas por los defensores de la pureza? ¿Se trata de transgredir o de fusionar estilos?.

Para Gregory Porter no es otra cosa que su propia forma de abordar el Jazz, "un género en el que todas las músicas del mundo han estado siempre disponibles para ser incorporadas, interpretadas y cantadas".



UN MODELO A SEGUIR


La referencia de Gregory Porter desde su infancia fue Nat King Cole. Oía los discos que tenía su madre y le parecía que se hacía presente la voz del padre que nunca tuvo.

La voz cálida y melodiosa de Nat Cole quedó grabada a fuego en el joven Gregory Porter, que también se convirtió en modelo como músico, como compositor... y como afroamericano.

Nat King Cole&Me es el título de su tributo. En 1917 publicó un disco con ese título en el que se recogen sus versiones de algunos temas del cantante y compositor de Alabama.

Años antes de alcanzar la fama y el reconocimiento internacional, en 2004, Porter ya había creado un espectáculo musical con el mismo título, donde contaba y cantaba esa conexión entre él y Nat King Cole.


UNA DÉCADA DE ÉXITO


Así, recorrió el país representando su "musical" en pequeñas salas. También comenzó a cantar en cafés y clubes de jazz de Nueva York, cuando terminaba su jornada laboral en la cocina del restaurante de su hermano en Brooklyn.

Fueron largos años de trabajo duro, de bolos mal remunerados hasta que llegó el año 2010 y el inicio de una década que le cambiaría la vida.

Aquel año grabó un primer disco, titulado Water, para un pequeño sello llamado Motema. Las críticas fueron muy buenas, llegaron las actuaciones, los festivales de Jazz, el reconocimiento europeo y la nominación a los premios Grammy.

Después, ya para el mítico sello Blue Note, grabaría otros discos, como Liquid Spirit, que recibió en 2014 el Grammy al "mejor ábum vocal de Jazz", Take Me To The Alley, en 2016, el citado tributo a Nat King Cole, o All Rise, de 2020.



LLEGAR A MÁS GENTE


"La espiritualidad es una parte sustancial de mi música. Aunque no me considero un predicador y mucho menos un santo”, explicaba Porter. 

Y esto se percibe –al margen de los toques sonoros de gospel y de soul– en las canciones de este crooner de Sacramento (California), que aprendió a cantar en la iglesia donde su madre ejercía de predicadora.

Es una historia similar a la de muchos otros cantantes afroamericanos, como la de Ray Charles, que dio sus primeros pasos en la música escuchando también a Nat King Cole, en el Sur profundo, donde los templos con órgano y coro, se convertían en el último refugio para la gente de color.

Ray Charles se atrevió a adoptar, combinar y hacer suyos géneros tan aparentemente distintos como el gospel, el rythm&blues, el soul, el rock o incluso el country. Y es que la voz y el piano de Georgia On My Mind, dejó registrada –entre muchas otras cosas– una fórmula magistral: "Genius + Soul= Jazz". Era el título cargado de intenciones de un álbum grabado con Milt Jackson, cofundador del Modern Jazz Quartet e impulsor de la Tercera Corriente de este género musical llamado Jazz que tantos reivindican para sí mismos.

El jazz vocal siempre ha buscado –-y muchas veces lo ha conseguido– llegar a públicos más amplios, sin perder la etiqueta de prestigio. Ya lo hicieron a lo largo del siglo XX figuras como Fats Waller, Louis Armstrong, Oscar Peterson o George Benson al dejar a un lado su magistral guitarra. Y adornados con un envoltorio más amable y un estilo más descafeinado, también lo han hecho otras voces menos oscuras como las de Diana Krall, Nora Jones o Jammie Cullum.



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