Qué es y qué no es Jazz
Dónde están los límites y cuales son los requisitos que debe cumplir esta expresión musical desarrollada a lo largo del siglo XX llamada Jazz.
Son estas preguntas las que uno se hace al ver la programación de algunos festivales de jazz, normalmente patrocinados u organizados por instituciones, ya sean municipales, autonómicas o estatales.
También nos hacen dudar algunos lanzamientos discográficos o de figuras –especialmente de vocalistas– que buscan entrar sin complejos en un mercado más amplio, más pop, más mainstream.
Cuestión diferente sería la de algunos instrumentistas, virtuosos y apasionados del jazz, que ofrecen sus servicios de acompañamiento o como músicos de estudio. Y cuando tienen ocasión, tocan Jazz.
El Jazz nació y evolucionó –al igual que el blues– a lo largo del siglo XX. Ha sido la música afroamericana por excelencia, aunque terminó por hacerse universal, atrayendo incluso a músicos "clásicos", como Ravel o Stravinski.
LOS RASGOS DEL JAZZ
El jazz, como ritmo, como swing, como manifestación de libertad e improvisación creativa, surgía como antítesis de lo académico, del aprendizaje rígido y la interpretación mecánica.
Lo que hacía especial ese ritmo del jazz –en opinión del compositor clásico Leonard Bernstein– es la "síncopa", que consiste, más o menos, en poner el acento donde no se espera, o una parte fuerte donde debería ir una débil.
El jazz tenía los mismos rasgos de personalidad norteamericana ("Descendientes de todas las naciones de la tierra"). Y de la Juventud ("ruidosa, fuerte, abierta, rápida, optimista...").
Sostenía el pianista David Brubeck que el jazz es probablemente la única forma de arte actual existente en la que hay libertad del individuo sin pérdida del sentimiento de la pertenencia recíproca.
Y es que el jazz es libertad dentro de la disciplina del trabajo en equipo y del respeto a los otros en el grupo, a la banda en su conjunto y a cada uno de los miembros.
Ese valor de la libertad se manifiesta en la improvisación, una capacidad nada fácil de ejecutar, incluso para los instrumentistas más experimentados. Esta virtud suele ir acompañada de la creatividad y de la capacidad para asumir riesgos. Esto es: intentar no repetirse, y ser capaz de hacer algo que no haya sido tocado antes por uno mismo.
Swing. Esa ha sido siempre la palabra mágica en el universo del jazz. Un término difícil de definir, pero que desde sus primeros pasos se consideró un requisito imprescindible: “O lo tienes o no lo tienes”, decía Duke Ellington. Aunque con la llegada de las vanguardias y su deseo de experimentación con formas de expresión cada vez más libres también este atributo se puso en tela de juicio.
EL JAZZ ES FUSIÓN
El jazz fue evolucionando y cambiando a lo largo del siglo XX. En su constante proceso evolucionario, generó diferentes estilos y subgéneros.
Son los instrumentos empleados para crear e interpretar esta música los que –en muchas ocasiones– nos han ayudado a hacernos una idea del surgimiento y la consolidación de esos diversos estilos, formas y fusiones entre géneros.
El piano, el contrabajo, la batería, el saxo, la trompeta... y luego otros instrumentos, como la guitarra o el órgano Hammond, se fueron incorporando. Podemos afirmar que el jazz ha mutado –y sigue haciéndolo– precisamente por esa libertad con la que se han movido sus intérpretes.
El jazz ha sido terreno abonado para mestizajes y encuentros con otras músicas, sensibilidades y culturas. Tendríamos cercano el caso de su fusión y sus vínculos con el flamenco, pero también con otras músicas étnicas, o con otros sonidos y ritmos populares como el rock, el soul o el funk.
Estamos de acuerdo en que el jazz es, y ha sido siempre, permeable. La cuestión a discutir sería: en qué momento el jazz deja de serlo y se convierte en música pop.
Músicos más jóvenes, como el pianista Moisés Sánchez, sostienen que "el jazz por lo que se caracteriza es por ser una música muy camaleónica, que se empapa de su tiempo y que está en continuo movimiento".
Incluso se afirma que hoy en día tampoco está tan claro lo que se quiere decir con eso de “jazz”, y cuales son sus límites y sus fronteras, en el caso de que alguien las hubiera delimitado.
EL ESTIGMA DEL JAZZ
Lo cierto es que el jazz ha cargado con un estigma nada fácil de sobrellevar, y que lo ha alejado de una parte importante del público. Tiene que ver con el prejuicio de que se trata de una música difícil, complicada, inaccesible, rara... Puede tener que ver con la pereza mental que lleva a muchos a afirmar cosas como "No me gusta, aunque he intentado que me gustara" o "Hay que entender".
En algunos casos, tratando de resolver esa carga, se ha tratado de camuflar o de descafeinar el género denominado jazz con otras etiquetas como "música instrumental contemporánea" o poniéndole adjetivos como smooth jazz.
No se debe olvidar que el jazz –y algunos de sus músicos– desde hace ya bastantes décadas han podido sobrevivir gracias a que ha sido asimilado e incorporado al terreno de la "programación cultural" entendida como espectáculo/representación.
Los múltiples festivales que se celebran en diferentes pueblos y ciudades de nuestro país, tienen mucho que ver con ello y permiten atraer a un público no necesariamente homogéneo y de seguidores del género. Podrían ayudar en algunos casos a acercar esta forma de expresión musical a nuevos aficionados.
Incluso "santuarios" de la música más académica, como el Auditorio Nacional de Música, ya programan anualmente sus ciclos de Jazz. Sale así –al menos puntualmente– de sus clubes y garitos, donde siempre aprendió a sobrevivir y a extraer lo mejor de sí mismo.
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